La pelusa del durazno…

Desde que tengo el placer de jugar a este deporte, algo más de tres décadas, el gran anhelo de todos es la mayor cobertura mediática.

«Hay que lograr que los medios nos den bola», decimos desde la prehistoria del handball.

Por momentos lo hemos logrado. Y en algunas etapas con verdadera masividad, como ocurrió entre el mundial de Suecia y los JJOO de Londres.

Esto fluctúa de acuerdo a los resultados. Nos encanta ver la palabra handball en los diarios y en la tele. Nos hace sentir que nuestro mundito crece. Aunque no seamos nosotros los que aparezcamos. Es decir, una nota a Kogote o a Diego es una nota a todos nosotros.

Pero estamos preparados, en un ambiente tan chico, para tener prensa especializada?

Nos bancamos la crítica o el debate?

En los últimos tiempos hemos vivido varios episodios que nos hacen dudar al respecto.

Un técnico que retiró de la cancha a su equipo sin jugar, le quitó el saludo al periodista que lo invitó a explicar públicamente los motivos.

Un incidente entre dos clubes, que fue abordado con total y absoluta ecuanimidad en el programa, generó que salieran a la caza un par de talibanes a quienes no les importaba la verdad. Sólo bancar a los suyos, independientemente de su nivel de responsabilidad.

Pero la intolerancia no sólo es patrimonio de nuestro ambiente.

El Presidente de una importante confederación vecina, se ofendió cuando de manera estrictamente objetiva, este programa informó que existía una deuda con la IHF que podía dejar a sus selecciones afuera de los mundiales. Aún después de que el propio presidente de la IHF, entre otros testimonios, confirmaron TODO lo dicho.

Y así podríamos sumar algunos otros ejemplos. Aunque claramente se trate de casos aislados en un contexto que siempre agradece y vive con alegría la existencia de un medio 100% del handball.

Dirás que son los costos de esta profesión de tanta exposición. Es probable. Y uno ya asumió con madurez que las amistades se construyen donde corresponde. O por lo menos donde fluyen sinceramente.

Simplemente es importante entender que si queremos medios que cubran y difundan a nuestro deporte, hay que saber que el periodismo se ejerce con honestidad intelectual.

Si le pinchan las ruedas a un técnico en la puerta de un club, no es un tema «estrictamente personal». Eso nos puede pasar a todos. Y requiere del tratamiento necesario.

Este programa lleva en el aire 275 emisiones de absoluta pasión por nuestro deporte. Lo hacemos de la misma manera en la que vos jugás cada semana. Es decir, motivados pura y exclusivamente por nuestra vocación. Ese motor que nos hace poner plata de nuestro bolsillo, restarle horas a la familia y a los trabajos de los que realmente vivimos.

El día que el handball logre trascendencia en los medios más allá de resultados aislados, habrá un sinfín de periodistas de los que no vas a saber ni el nombre.

Periodistas que van a informar, criticar, investigar, preguntar y repreguntar, si la respuesta no les cierra.

Es decir, todo lo que intenta hacer Handball de Primera de buena fe desde hace siete temporadas.

Eso que nos hace pagar algunos costos a nivel vincular.

Y si nos toca realizar alguna crítica en el marco de una transmisión, tené por seguro que será honesta y totalmente desprovista de otro tipo de carga. Así como destacamos, ponderamos y subrayamos los aciertos, alguna vez marcamos algún aspecto que nos parece deficitario. Y a veces todo eso ocurre casi simultáneamente.

Es decir, en una jugada diremos «genialidad de fulanito». Y a la jugada siguiente será «muy verde fulanito en esa falta que deja el equipo con uno menos». Se entiende no ? No hay nada personal. Sólo la honestidad del observador.

Pero es muy interesante contarte algo que aprendimos con los años. Se trata de una casuística muy clara. Siempre, los más enérgicamente ofendidos, son aquellos que se sienten más expuestos en su paso en falso.

Es parte del asunto. Son las reglas del juego y las asumimos, aunque a veces duela la ingratitud. A veces demasiado.

Simplemente queríamos que supieras esto, en tiempos de tanta intolerancia, para que tengas claro que hablamos desde un lugar sano.

Sin segundas intenciones.

Quien se enoja por una opinión honesta, se enoja con su propia sombra.

Por supuesto que no estamos exentos de cometer errores. Seguramente hemos cometido cientos en estos años. Pero siempre, SIEMPRE, vas a tener un espacio para tu derecho a réplica. SIEMPRE vas a tener micrófono abierto en el programa. Ya sea porque sentís que nos equivocamos o que cometimos alguna omisión o que no dijimos algo que vos pensás que debimos decir.

En definitiva, la dicotomía entre «periodista o chupamedias» no resiste análisis para nosotros.

Somos periodistas.

Hernán De Lorenzi